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Mostrando entradas de abril, 2012

Danza de números

Esta confirmado, el dieciocho es mi número de la mala suerte. No es el tres, esquivo y frió y que solo en algunas ocasiones   me acerca a esas escasas alegrías a la hora de terminar la jornada laboral. Tampoco es el siete, ese número “aguafiestas”, el del despertador, el del sonido chirriante por las mañanas frías y húmedas, apocalíptico, celestial para los adoradores del Mesías, demoníaco para algunos otros mortales. Mucho menos es el diez, aunque lo veo con algo de cariño, número mágico de mitad de jornada, hora de café y descanso, de merienda para algunos de almuerzo para otros. Tampoco le guardo ninguna rara manía al cinco, ningún afecto especial, solo es el número del recuerdo, el de la niñez, de la taza de leche con chocolate y tostadas con mermelada cacera. El número de la hora de los dibujos animados en   aquel aparatoso televisor en blanco y negro que emitía más rayas que imágenes. El dieciocho es mi número fatídico, decididamente deplorable. Las dos cifras se uni